La avellana es un fruto seco de la familia de las betuláceas. El árbol puede alcanzar hasta los seis metros de altura, tiene las hojas anchas y crece cerca de los ríos.
El avellano se sitúa geográficamente en Asia, pero también se cultiva en los países de Oriente Medio. Las avellanas se recogen a mediados o finales del otoño y una vez recogidas se dejan secar y se guardan.
Se sacuden manualmente los árboles para recoger estos frutos secos. La avellana se puede consumir cruda y tostada.
España es un gran productor de avellanas, ya que fundamentalmente se cosechan en Valencia, Asturias y Cataluña. Un dato muy curioso es que Turquía e Italia producen el 80% de la cosecha mundial de avellanas.
Los profesionales de Frutos Secos del Carmen, que venden las mejores variedades y categorías de frutos secos de Valencia, explican que son una fuente de ácido oleico, magnesio, hierro, potasio, calcio y vitamina E.
Aportan grasas saludables y presentan un bajo contenido en agua. Se recomienda comer unas 15 o 20 avellanas, es decir, unos 20 gramos.
Tienen gran contenido de ácido fólico, por lo que es un alimento idóneo para las embarazadas y las mujeres en periodo de lactancia.
Otro de los beneficios es que ayudan a reducir los niveles de colesterol LDL (malo), permiten reducir los triglicéridos plasmáticos y previenen el desarrollo de osteoporosis.
Los expertos explican que son buenas para el corazón. Además, los fitoesteroles mantienen la elasticidad y el buen estado de los vasos sanguíneos.
Contienen vitaminas y antioxidantes, por lo que ayudan a prevenir el envejecimiento. Unos 30 gramos proporciona el 67% de la vitamina E. Otro de los beneficios es que las avellanas combaten el estreñimiento por su alto contenido en fibra vegetal.
«Ideales para momentos de exigencia: si estás pasando por un período de desgaste, tanto físico como emocional, las avellanas podrían darte ese deseado toque de energía extra», informan desde el periódico digital Okdiario.
La piel de la avellana se puede comer, porque aporta más fibra, pero la cáscara dura que la envuelve no se debería comer.
«Si se deja la avellana con la cáscara esta aumenta su conservación durante más tiempo. Algo que es interesante señalar es que los frutos secos en general vienen envasados en atmósfera protectora que los protege de la oxidación, y una vez abiertos se indica en el paquete que deben ser consumidos en el plazo de una semana. Por eso no se deben abrir las bolsas de frutos secos para dejarlos en un tarro si no se van a empezar a comer en el momento», explica la dietista-nutricionista María Sanchidrian Lavado.
Las avellanas son saciantes, por lo que podemos llevarlas en una bolsita y comerlas en cualquier lugar. Son aptas para diabéticos, por su bajo contenido en hidratos de carbono.
Aunque los que sean alérgicos a ellas no pueden consumirlas. «Como todos los frutos secos, son lentas de digerir, por lo que no están indicadas en dietas blandas o para personas con problemas gástricos que requieren digestiones ligeras», dice la nutricionista.
Valor nutricional (por cada 100 gramos)
-Calorías 628.
– Proteínas 15 g.
– Grasas 61 g.
– Hidratos de carbono 17 g.
– Colesterol 0,00.
– Fibra 0,50 g.
Las mejores recetas con avellanas
No te pierdas las siguientes recetas dulces y saladas con avellanas. ¡Toma nota!
Bizcocho de avellanas
Ingredientes
200 g de avellanas tostadas y molidas
300 g de harina
150 g de azúcar
La ralladura y el zumo de ½ limón
3 huevos
150 g de mantequilla
200 ml de leche
1 sobre de levadura química (16 g)
1 cucharada de esencia de vainilla
Preparación
1. Partimos las avellanas para retirar la cáscara dura que las recubre. Podemos usar un martillo o un rodillo, pero es aconsejable colocar una tabla de cortar debajo para no dañar la superficie.
2. Colocamos las avellanas en la bandeja del horno, pero es importante que los frutos secos no queden amontonados.
3. Tostamos las avellanas durante unos 15 minutos. Pasado este tiempo, mueve un poco la bandeja para darles la vuelta y mételas otros 5 minutos en el horno.
4. Las sacamos del horno y dejamos enfriar, ya que una vez templadas podemos sacar la cáscara de color marrón.
5. Trituramos las avellanas en la picadora.
6. En un bol añadimos la leche y el zumo del medio limón. Removemos y esperamos unos diez minutos. ¡Es un buttermilk casero!
7. Batimos los huevos con el azúcar y después integramos la leche.
8. Incorporamos la levadura, la harina, la ralladura de medio limón, la esencia de vainilla y la mantequilla fundida.
9. Integramos todos los ingredientes
y por último añadimos las avellanas.
10. Vertemos la mezcla anterior en un molde engrasado con mantequilla.
11. Lo horneamos a 180º C durante unos 45 minutos con calor arriba y abajo.
12. Dejamos que el molde se temple un poco, desmoldamos el bizcocho y lo ponemos sobre una rejilla para que se enfríe.
13. Una vez esté totalmente frío podemos decorarlo con trocitos de avellanas o azúcar glas.