Cuando hablamos de tratamientos dentales pensamos en el blanqueamiento dental, en la colocación de implantes o en la ortodoncia invisible, que tan popular se ha vuelto en los últimos tiempos. Nos olvidamos, con frecuencia, de la odontología conservadora, una rama importantísima de la asistencia dental que se encarga de conservar nuestra dentadura original. En este artículo intentaremos ponerla en valor.
La mejor dentadura que vamos a tener en nuestra vida es la dentadura original. Por mucho que avance la tecnología y los materiales que se utilicen en la fabricación de prótesis dentales, ninguno de los repuestos será tan firme y tan fuerte como nuestros dientes naturales.
Esto, lógicamente, nos coloca en el compromiso de cuidarla. Algo que podemos hacer practicando una higiene dental diaria, visitando a nuestro dentista, como mínimo una vez al año, y haciendo las reparaciones que sean oportunas cuando nuestra dentadura se deteriore.
Con frecuencia, los problemas en nuestros dientes los dejamos pasar. Ya sea por desidia o por ahorrarnos unos euros, no acudimos al dentista cuando sabemos que tenemos una caries. Esperamos a que la caries perfore el diente y nos dé dolor de muelas y, a veces, ni con esas. En contra de la opinión mayoritaria, acudir al dentista al primer signo de malestar, nos ahorra dinero a la larga y hace que nuestra dentadura permanezca más sana.
De este cuidado dental se encarga de odontología preventiva. Estos son sus tratamientos más frecuentes:
La endodoncia.
La endodoncia es el tratamiento que popularmente conocemos como “matar el nervio del diente”. La revista Gaceta Dental la define como un conjunto de tratamientos que tratan el interior del diente para aliviar el dolor y evitar la pérdida de la pieza dental.
Debemos recordar que el diente está formado por diferentes capas. La capa externa o esmalte, es la parte más dura. Cuando una caries logra taladrar el esmalte, pasa a otra capa más blanda, la dentina. En ese momento, la caries avanza con más rapidez en dirección a la pulpa. Este es el conducto interior del diente por el que discurren las terminaciones nerviosas y vasos capilares que aportan los nutrientes necesarios a nuestra dentadura.
Cuando la caries llega a la pulpa, la infecta. Provocando el insoportable dolor de muelas. Con la endodoncia lo que se hace es limpiar la infección en la dentina y la pulpa del diente y se sella el conducto dental para evitar el dolor presente y futuro.
Por tanto, la endodoncia nos sirve para conservar la pieza dental, para mantener la raíz del diente y la parte de la encía que lo rodea y para acondicionar el diente o la muela para una posterior restauración.
Cuando tenemos dolor de muelas y esa muela se puede salvar, es probable que tengamos que someternos a una endodoncia. Sin embargo, hay casos en los que en apariencia la pulpa no parece dañada y este tratamiento es necesario. Es, por ejemplo, cuando tenemos sensibilidad dental ante el frío y el calor, cuando un diente ha cambiado de color o cuando en la encía que rodea el diente o dientes afectados se aprecia una hinchazón.
En los puentes removibles, prótesis de dos o tres piezas dentales que se fijaban con ganchos en los dientes colindantes, a estos se les solía aplicar una endodoncia. De esta manera se prevenían posibles daños en el interior del diente provocado por la presión de los ganchos.
En la endodoncia se extirpa la parte de la pulpa dañada, que en ocasiones es toda la pulpa completa y se sella el conducto con una resina biocompatible. De esta manera, la parte interior del diente se encuentra protegida.
La obturación dental.
Como nos dice la versión chilena de la revista Top Doctors, la obturación es el tratamiento que se aplica a un diente que presenta una cavidad para poder restaurarlo y que recupere su funcionalidad.
Quizás el término “obturación” nos suene a chino. No es raro. Este tratamiento lo conocemos más por el nombre de empaste dental. La restitución del orificio y erosión del diente por medio de una resina biocompatible, que se solidifica en la boca y que se llama composite.
Las cavidades que se rellenan suelen estar provocadas por una caries, aunque también pueden ser causadas por otras enfermedades dentales. Otros casos en los que se procede a una obturación es cuando un empaste antiguo se ha desgastado y empieza a presentar filtraciones por las que se puede colar la placa bacteriana, cuando hay pequeñas fisuras o abracciones en el diente o cuando existen dientes anteriores y posteriores con alteraciones en forma y color.
Antes de comenzar el tratamiento es conveniente descontaminar la zona con una profilaxis profesional. La obturación se realiza con anestesia local. Ya que para darle forma al empaste se utilizan micro-fresas y perfiladores eléctricos que pueden causar pequeñas molestias en el diente.
Puede haber una cierta confusión entre la endodoncia y la obturación. Si bien hay que aclarar que son dos tratamientos diferentes, aunque pueden ser complementarios. Por ejemplo, si se realiza una endodoncia en una muela que ha sido taladrada por una caries, probablemente haya que terminar la intervención con una obturación. Una vez limpiada la infección y sellada la pulpa del diente, se procede a empastarlo, para que recupere por completo su consistencia y operatividad. Sin embargo, no en todos los casos en los que se realiza una obturación, antes se ha hecho una endodoncia.
Las carillas.
Nos llama la atención como Dental Tapia, una clínica dental ubicada en la localidad de Tapia de Casariego y que presta servicio a los municipios vecinos de Ribadeo y Navia (en el Principado de Asturias), haya incluido las carillas dentro de sus tratamientos de odontología preventiva. No porque estén equivocados, sino porque este tratamiento se suele presentar como una operación de estética dental.
Y es que las carillas, si bien se utilizan para corregir defectos estéticos como el diastema (espacio excesivo entre los dientes, principalmente entre los incisivos de la arcada superior), la decoloración dental o para igualar el color y la forma de los dientes, este apósito tiene una función eminentemente conservadora.
Las carillas son finas capas que se colocan sobre los dientes originales para reforzarlos. Con este tratamiento se abordan fisuras y roces en los dientes, protegiendo la pieza dental y evitando, de esta manera, que el problema se agrave.
Se utilizan dos tipos de carillas, fundamentalmente. Las carillas de composite y las de porcelana. En ambos casos hay que pulir el diente original, quitando la parte del esmalte que se corresponde con el grosor de la carilla, para que este elemento pase desapercibido.
Las carillas de composite se pueden colocar en una misma sesión. El composite admite una serie de colorantes para que la carilla tenga el mismo tono y color que el resto de la dentadura.
La carilla de porcelana se encarga a un laboratorio protésico dental. Su colocación suele implicar varias sesiones. Si bien, podemos decir, que estas carillas son más fuertes y duraderas, pudiendo aguantar perfectamente en la boca del paciente hasta 10 años.
Las carillas son un tratamiento seguro y efectivo con el que se pueden corregir pequeños daños en el diente, protegiendo, de esta manera, la pieza dental.
La ortodoncia preventiva.
Aunque esta es una rama de la odontología independiente, está ligada directamente a la ortodoncia conservadora. Y es que la mejor manera de conservar nuestra dentadura original es llevar un seguimiento sobre su estado de salud.
La herramienta más útil de la ortodoncia preventiva son las revisiones periódicas que pasamos en nuestra clínica dental de cabecera. Se recomienda que toda persona adulta acuda una vez cada 6 meses a la clínica dental para pasar una revisión. En el peor de los casos, la visita rutinaria al dentista no se puede demorar más de un año.
En una revisión, el dentista evalúa visualmente toda la dentadura del paciente, así como el estado de sus encías, la lengua, el paladar y la garganta. En busca de posibles signos que adviertan de la existencia o posible aparición de caries, enfermedades dentales, lesiones, desgastes o cualquier otro problema dental.
Buena parte de las enfermedades dentales se pueden prever. El dentista, de esta manera, se anticipa a ellas, garantizando la buena salud dental de su paciente.
Es importante que las revisiones dentales las hagamos siempre en la misma clínica dental. De esta forma, nuestro dentista de cabecera dispone de nuestro historial dental y nos puede prestar una mejor asistencia sanitaria.
Con la odontología preventiva se crea un interesante tándem entre el dentista y el paciente, de forma que entre los dos velan por una salud óptima de la dentadura. Y es que este enfoque de la odontología implica un cambio de paradigma. El paciente deja de ser un sujeto pasivo, para ocupar un papel protagonista.
Serán los hábitos y cuidados que se aplique el paciente, siguiendo las indicaciones de su dentista, los que preservarán la dentadura original. Frente a la posición que adoptamos frecuentemente cuando vamos a la clínica dental, en la que queremos que el dentista nos resuelva un problema.