La anorexia es uno de los trastornos psiquiátricos más preocupantes en la pre-adolescencia. Además de sus efectos psíquicos, entraña un serio riesgo para la salud de quien lo sufre. Un tema del que aún existe un gran desconocimiento general.
El psiquiatra Dr. José Antonio Hernández, que ha trabajado en el departamento de psiquiatría del Hospital Provincial de Alicante, opina, que sin lugar a dudas, la anorexia es un trastorno de índole psíquico y que, como tal, debe ser abordado por un equipo multidisciplinar dirigido por un psiquiatra. Además, se trata de un problema social de gran envergadura.
Según datos proporcionados por la Asociación T.C.A. – Aragón, una asociación sin ánimo de lucro impulsada por padres de niños y adolescentes con Trastornos de Conducta Alimentaria, en nuestro país hay alrededor de 400.000 personas que padecen anorexia. De ellos, 300.000 son chicas y chicos de edades comprendidas entre los 12 y los 24 años.
La incidencia en chicas es aplastantemente superior. En la adolescencia representan 9 de cada 10 casos que se diagnostican. Según la Asociación T.C.A., la anorexia es solo la punta de iceberg. Detrás de este trastorno se esconden problemas de seguridad, de falta de autoestima, de soledad, de impotencia, de pánico al rechazo, de ansiedad, etc. Del que a veces, ni siquiera la familia es consciente de su existencia.
Los Trastornos de la Conducta Alimentaria, entre los que se encuentra la anorexia, son unas de las enfermedades mentales que mayor índice de mortalidad presentan.
¿Qué es la anorexia?
La anorexia es un Trastorno Psicogénico de la Alimentación (T.P.A.) que se caracteriza por un rechazo a la comida y un miedo obsesivo a engordar, lo que puede conducir a problemas de inanición. Esto, a su vez se traduce con el tiempo en desnutrición, anemia y debilitamiento del sistema inmunológico.
Los T.P.A. son progresivos, no aparecen de golpe. Sin embargo, si no se atajan a tiempo, pueden llegar a convertirse en crónicos.
La anorexia nerviosa, que es aquella que más suele darse en edades de 12 a 24 años, está caracterizada por una perdida autoinducida de peso, acompañada, por lo general, de una visión distorsionada sobre el cuerpo del enfermo. Él, o ella, se ve gordo en todo momento, aunque en la realidad se esté quedando en los huesos.
Existen dos tipos de anorexias nerviosas: la restrictiva y la compulsiva.
En la restrictiva, el enfermo propicia la pérdida de eso sometiéndose a dietas estrictas y evitando el consumo de ciertos alimentos. Ninguna de estas dietas tiene base médica. El afectado las asume bajo su propio criterio. Con frecuencia, se suele acompañar con una práctica de ejercicio desmesurado, con la intención de eliminar la grasa del cuerpo.
En la compulsiva, por otro lado, la reducción de peso está acelerada por acciones externas. Es frecuente que los enfermos, después de comer, se autoprovoquen el vómito. Bajo su forma de ver las cosas, piensan que han engañado a la familia consumiendo la comida que había en la mesa. En cuanto tienen ocasión, van al baño y la vomitan. También es posible que se tomen en exceso laxantes, diuréticos o se apliquen lavativas para eliminar los alimentos ingeridos.
En ocasiones la anorexia puede ir acompañada de comportamientos poco habituales, hasta que aparece la enfermedad, y que resultan autodestructivos. Como por ejemplo la autolesiones. Hacerse cortes con un cuchillo o un cúter en los brazos, quemarse con un cigarrillo, rascarse hasta hacerse sangre. El 70% de las autolesiones sin intención suicida tienen su origen en trastornos de conducta alimentaria. Las agresiones liberan adrenalina que hacen que el cuerpo se sienta activo, mientras que la disminución en la ingesta de alimentos les deja alicaídos.
Otro tema preocupante es el inicio en el consumo de drogas. Esto puede ir desde la bebida desproporcionada de café o té para mantenerse despierto, como el uso de cocaína o anfetaminas para mitigar el hambre y encontrarse más enérgicos.
Otro tipo de anorexia es la Anorexia Crónica Meyer. Este tipo solo aparece en la infancia y conduce a situaciones de hipoxia, deficiencia de oxígeno en la sangre, y a un retardo de la madurez. Tiene su origen en la desnutrición en la infancia y es de carácter crónico. Afecta a niños que se han acostumbrado a vivir con poco alimento y su cuerpo rechaza la alimentación. Este tipo es más frecuente en países del tercer mundo.
Cómo detectar la anorexia.
La anorexia nerviosa puede afectar a jóvenes que tienen una apariencia saludable. Chicas y chicos que no parece que están enfermos. El proyecto Som 360, impulsado por el Hospital Sant Joan de Deu de Barcelona, advierte que hay que estar pendiente de cualquier cambio imprevisto en el comportamiento de los jóvenes. Estas son algunas señales que pueden indicar el comienzo de una anorexia:
- Preocupación obsesiva por el peso. Si descubrimos a nuestra hija o hijo que va continuamente a pesarse a la báscula y que lo hace incluso después de cada comida, puede indicarnos el comienzo de un trastorno de conducta alimentario.
- Rituales extraños en la comida. Chicos que, cuando nunca lo habían hecho antes, cuando le ponen la comida, solo se toman una ensalada y dicen que están llenos, o que empiezan a separar los ingredientes de un plato y dejan aparte aquello que más grasa o poder calórico tiene.
- Pérdida de peso en poco tiempo. Si vemos que nuestra hija o hijo se ha quedado muy delgado en cuestión de semanas, esto despierta sospechas. Con la vida ajetreada que llevamos, es frecuente que nuestros hijos coman en el colegio o que lo hagan en casa sin nuestra presencia. Lo que hace que no tengamos control sobre cómo se alimentan.
- Cambios en los hábitos alimenticios. Irse al instituto todos los días solo con un vaso de leche, cuando antes lo acompañaba con cereales o galletas, coger la costumbre de irse a la cama sin cenar o levantarse de la mesa a medio comer, son indicadores de que algo está pasando.
- Pérdida de la menstruación. Una situación de anorexia también puede desencadenar la pérdida de la regla, debido a la debilidad que padece el organismo.
- Practicar ejercicio físico excesivo. Para los anoréxicos, la actividad física es una forma acelerada de perder peso. Debido a su obsesión, lo hacen sin control. No practican deporte porque les gusta o por mera diversión.
- Preocupación obsesiva por la figura. Son chicas, principalmente, que una y otra vez hacen comentarios de lo gordas que están, cuando eso no es real, o que descubren desproporciones corporales que no existen. Suelen coger la costumbre de mirarse una y otra vez, y expresar con frecuencia comentarios despectivos sobre su cuerpo.
- Cambios habituales de humor. La anorexia les puede llevar a ser más irascibles. A saltar con virulencia ante cualquier situación o comentario. Tomándoselo como algo personal.
- Aislamiento o tristeza. Es frecuente que el enfermo de anorexia evite el contacto social y que pretenda estar solo o sola la mayor parte del día. Él o ella no aceptan su cuerpo y piensan que los demás tampoco le hacen.
Estas señales no tienen el porqué corresponderse mecánicamente con la anorexia. Sabemos que la adolescencia, y los años que la preceden, son una etapa complicada. Pero si coinciden varias de estas señales, nos pueden estar avisando de un caso incipiente de trastorno en la conducta alimentaria.
Falsos mitos.
Está la idea, más o menos extendida, de que la anorexia es un producto social. El culto al cuerpo, la apariencia física, la aceptación social de la esbeltez frente al sobrepeso, la repercusión de la moda, etc.; todo esto influye en chicas adolescentes que están formando su personalidad. Esto es falso. La anorexia es más complicada y por eso más preocupante.
La anorexia es la manifestación de una persona que no se acepta así misma y, por tanto, agrede su cuerpo. Detrás de la anorexia suelen esconderse contradicciones mentales de gran calado. Suele haber problemas de falta de autoestima, sentimiento de culpa, aislamiento social y, a veces, de depresión.
Hay que analizar cada caso concreto e intentar indagar en el origen. Algunos psicólogos opinan que es un trastorno multicausal. Pero es frecuente que detrás de una anorexia haya una situación de bullying, que por cierto no tiene por qué ver con la imagen de la afectada, una mala relación en el colegio o con los padres o un acontecimiento desafortunado. En definitiva, un conflicto emocional que no ha sido bien procesado.
El enfermo de anorexia piensa que él es el causante de esa situación; si no el principal, sí un agente determinante. Lo concibe desde un punto de vista personal. Esto le lleva a rechazarse así mismo. Al hacerlo, rechaza su cuerpo. Haga lo que haga, siempre lo ve detestable.
Es, por tanto, un problema psiquiátrico complejo, que llevará tiempo resolverlo. Existe un problema básico que hay que atajar, volver a instaurar una buena alimentación para que no dañe su salud física y su vida. Pero el problema de fondo, el mental, está en la raíz de la enfermedad.