Todos los nutricionistas coinciden en señalar lo importante que es comer 5 raciones de fruta y verdura al día. De ellas, 3 deben ser frutas. Que al menos una de las piezas de fruta sea una naranja, nos aporta grandes beneficios para nuestro organismo.
La naranja está integrada en nuestra alimentación habitual. Forma parte de la dieta mediterránea. Esto se debe a que a pesar de ser un producto originario de China, su cultivo está ampliamente extendido por toda la costa del Mediterráneo. Es un cultivo clave en esta parte del mundo. Tanto como el olivo para hacer aceite, la vid para producir vino y el trigo para elaborar pan.
La naranja está considerada socialmente como una fuente de salud. Cuando estamos resfriados, muchas madres recomiendan comer naranja ácida para reforzar el sistema inmunológico. Aunque se ha despertado mucha controversia sobre este asunto, completar el desayuno con un vaso de zumo de naranja recién exprimido nos aporta la energía necesaria para encarar el nuevo día. Beber zumo de naranja por la mañana lo percibimos como un chute de vitaminas.
Como veremos más adelante, la comunidad médica se ha pronunciado en contra de la ingesta de zumo de naranja en el desayuno. Indica que nos aporta una cantidad desproporcionada de azúcar que el organismo no metaboliza correctamente. En este sentido, recomienda consumir la naranja en fruta y no en jugo. Sin embargo, no podemos obviar que la naranja por las mañanas, al igual que el café, produce un efecto placebo que hace que afrontemos la jornada con una mejor disposición.
Los productores de naranjas de Cítricos Siscaret, un grupo de agricultores del Valle de Corbera, en Valencia, que abogan por llevar sus productos al consumidor directamente, eliminando intermediarios, opinan que la mejor forma de consumir naranjas sería llevarlas directamente del árbol a la mesa. A medida que transcurre tiempo entre la recogida de la fruta y su consumo, la naranja va perdiendo propiedades. Por eso, siempre es recomendable consumir naranjas de proximidad y de temporada.
Estas son algunas pinceladas generales sobre la naranja en nuestros hábitos alimenticios, pero profundicemos más en el asunto para ver lo beneficiosa que resulta esta fruta en nuestra nutrición diaria.
¿Qué nos aporta la naranja al organismo?
Sabemos que la naranja es una fuente de vitamina C y de fibra. En realidad, su aporte de nutrientes es más completo de lo que pensamos. Esto es todo lo que la naranja nos aporta al organismo:
- Vitamina C: Las naranjas son ricas en vitamina C, esencial para el sistema inmunológico, la piel y la salud general.
- Fibra dietética: Contienen fibra, promoviendo la salud digestiva y regulando los niveles de azúcar en la sangre.
- Potasio: Aportan potasio, crucial para la función muscular, la salud del corazón y el equilibrio de líquidos.
- Ácido fólico: Contienen ácido fólico, fundamental para el desarrollo celular. Este aporte es beneficioso para prevenir malformaciones en el desarrollo del feto en el caso de las mujeres embarazadas.
- Vitamina A: También nos proporciona vitamina A, beneficiosa para la vista, la piel y el sistema inmunológico.
- Calcio: Contribuyen al aporte diario de calcio al organismo, esencial para la salud de los huesos y de los dientes.
- Vitaminas del Grupo B: Incluyen vitaminas B como la tiamina, riboflavina y niacina, importantes para el funcionamiento regular del metabolismo.
- Antioxidantes: Contienen fitoquímicos y antioxidantes que ayudan a combatir el daño celular y proteger contra enfermedades crónicas.
- Agua: Son una excelente fuente de hidratación, ya que contienen un alto porcentaje de agua.
- Bajas en calorías: Otro aspecto importante es que las naranjas son bajas en calorías, lo que las convierte en una opción saludable para mantener un peso equilibrado.
Incorporar naranjas a la dieta diaria aporta una serie de nutrientes esenciales, fundamentales para llevar una alimentación saludable y equilibrada.
Las naranjas, mejor en fruta que en zumo.
Un artículo publicado en el periódico deportivo Sport subraya que tomar la fruta de manera natural es más beneficioso que hacerlo en zumo.
Podríamos pensar que estamos tomando lo mismo, que beber un vaso de zumo de naranja recién exprimido es más cómodo y agradable que ponerse a pelar una naranja y desgajarla. Sin embargo, nuestro cuerpo procesa los nutrientes de manera diferente.
Al exprimir una naranja y extraerle el zumo, lo que estamos haciendo es separar de forma artificial los azúcares de la fruta. Al beber el zumo, nuestro organismo lo procesa como si fuera un refresco azucarado y vierte las moléculas de azúcar en la sangre sin procesarlas. Este azúcar, en lugar de aportar energía al cuerpo, lo que hace es almacenarse en los depósitos de grasa.
Todo el azúcar presente en un vaso de zumo de naranja se incorpora al torrente sanguíneo, descompensando de forma abrupta el nivel de azúcar en sangre. La fructosa liberada interviene entorpeciendo las funciones del hígado, lo cual puede provocar problemas para nuestra salud como la obesidad, el riesgo a padecer diabetes tipo 2 y el desarrollo del hígado graso.
Un proceso completamente distinto se produce cuando comemos la naranja en fruta, en lugar de exprimirla. En este caso es el aparato digestivo quien por medio de los procesos de la digestión va desmenuzando los diferentes nutrientes que contiene la naranja. La fructosa, los azúcares naturales que tiene la fruta, se van liberando progresivamente. Sin alterar el nivel de azúcar en sangre y distribuyéndolo de manera paulatina, de forma que abastecen de energía a las células del cuerpo, en lugar de almacenarse en el tejido graso.
La naranja posee, como hemos visto antes, otros nutrientes como la fibra, el potasio y el ácido fólico que se asimilan mejor que con el masticado y la digestión de la pieza de fruta que con el zumo.
Es bueno comer naranjas entre horas.
Una naranja nos aporta los mismos nutrientes si nos la comemos después de una comida, como postre, que si lo hacemos como un tentempié entre horas.
Algunas personas, entre ellos reputados nutricionistas, piensan que comer naranjas fuera de las comidas dificulta la digestión y engorda. Un artículo publicado en la página web Tu Canal de Salud opina que esta afirmación no tiene ningún fundamento científico.
Todos los nutrientes de una pieza de fruta son asimilados igual si nos la tomamos dentro de una comida que si lo hacemos fuera de ella. Más aún, comer una naranja es uno de los snacks más saludables que podemos tomar.
Una pieza de naranja tiene menos calorías que un helado o que un pastelito. Además, nos aporta un plus de hidratación que es beneficioso para el cuerpo. Una pieza de naranja es una ración de fruta en sí misma. Cuando médicos y nutricionistas señalan lo importante que es comer 3 raciones de fruta al día, no lo hacen de manera caprichosa. La fruta y la verdura fresca son la principal fuente de vitaminas, minerales y fibra que necesita el cuerpo para funcionar. No suministrar estos aportes al organismo, genera situaciones de desnutrición que a la larga ocasionan un buen número de enfermedades. El cuerpo humano no tiene la cantidad de nutrientes que necesita.
Es normal que tengamos hambre entre comidas. Aparte de lo habituado que tengamos el cuerpo a consumir cierta cantidad de comida, algunas actividades físicas o mentales que realizamos, por su gran consumo energético, requieren que repongamos los nutrientes gastados. Tenemos hambre porque el cuerpo nos demanda más energía, sobre todo azúcares. Tendemos a proporcionarlo con hidratos de carbono. Sin embargo, la fructosa de la naranja es más sana que el azúcar que podamos tomar con un bollo, con un sándwich o con una bolsa de snacks. La naranja, además, tiene un efecto saciante, con la que conseguimos calmar la sensación de hambre.
Solo hay un momento del día en el que según algunos sanitarios no es recomendable comer fruta. Es en las cenas, antes de irnos a dormir. Por el proceso de descanso en el que nos sumergimos, la fructosa de la fruta sufre un fenómeno químico por el cual se transforma en alcohol. Ese azúcar, en lugar de consumirse, se almacena en el tejido graso.
Una fruta de temporada.
Los expertos de nutrición insisten en los beneficios de tomar fruta de temporada. Esto se debe a que se respeta el proceso de maduración natural de la fruta. Las piezas de fruta nos llegan a nosotros con todo su poder alimenticio.
El naranjo es uno de los frutales más productivos. Las naranjas se cosechan desde octubre a junio. Solo los tres meses de verano: julio, agosto y septiembre, el naranjo deja de dar fruto.
Esto significa que gracias a las naranjas, y otros cítricos como la mandarina, podemos disponer de fruta fresca durante la mayor parte del año, sin tener que someterlos a procesos artificiales como la maduración en cámara, que resta propiedades nutricionales a los alimentos frescos. Esto, desde luego, es un privilegio para nuestra alimentación.
Acostumbrarnos a comer, al menos, una naranja cada día, nos aportará una serie de nutrientes esenciales para el organismo que nos ayudará a tener una salud de hierro.