Somos padres, y hacemos planes mientras el bebé se queda con los abuelos

Facebook
Twitter
LinkedIn
WhatsApp
padres

Lo digo sin rodeos: ser padres es precioso, pero también agota. Y si encima trabajas en algo físico, como yo, que soy albañil desde hace más de quince años, el cuerpo y la cabeza te dicen basta muchas veces.

Tengo dos hijos. Una niña de dos años y un bebé que acaba de llegar. Con decir que hace meses que no duermo del tirón ya te haces una idea. Pero no estoy aquí para quejarme, ni mucho menos. Estoy aquí para contar lo necesario que es desconectar un poco, hacer planes con tu pareja y aprovechar cuando los abuelos se ofrecen a quedarse con los niños.

Porque sí, señores, los abuelos también están para eso. Para disfrutar de sus nietos, para malcriarlos un poco, y para que los padres podamos seguir siendo pareja, personas, no solo papá y mamá.

Nosotros, por ejemplo, hace poco decidimos que íbamos a organizarnos para tener una tarde o una noche para nosotros al menos una vez al mes. Suena poco, lo sé, pero con dos críos pequeños ya es un lujo. Y todo eso es posible gracias a mis suegros y a mis padres, que se turnan para quedarse con los niños.

No les cuesta, ¿eh? Se lo pasan bomba, y nosotros, sinceramente, lo necesitamos.

 

Volver a ser pareja y no solo padres

Cuando nació nuestra segunda criatura, yo ya sabía lo que venía. Cambios de pañales, biberones a deshoras, noches en vela, la casa patas arriba, y el cansancio que no se va ni con cuatro cafés. Lo viví con la primera, pero ahora es el doble. Aun así, también sabía otra cosa: no quería perderme a mí mismo. Ni a mi mujer.

Porque al final pasa eso. Nos convertimos en padres y nos olvidamos de que antes éramos pareja. Antes salíamos a cenar, a caminar por el paseo marítimo, o a tomar una cerveza en una terraza. Ahora lo máximo que hacíamos era ver media película mientras uno daba el pecho y el otro dormía con un ojo abierto por si la mayor se despertaba. Así que un día, lo hablamos: ¿Y si les pedimos a tus padres que se queden con los niños una tarde? ¿Crees que querrán?

No es que quieran. Es que están deseándolo…

Y así fue como empezamos a recuperar nuestras escapadas. Nada lujoso. Nada complicado. Pero suficiente para respirar.

 

Planes sencillos, pero que valen oro

Aquí te dejo algunas cosas que hemos hecho nosotros mientras los abuelos se quedaban con los niños. Por si estás en la misma situación y no sabes ni por dónde empezar.

  1. Paseo sin carrito: Una tarde, simplemente salimos a andar. Sin carros. Sin mochilas. Sin juguetes colgando. Fuimos al parque, compramos un helado, nos sentamos en un banco y hablamos. No de pañales, no de pediatras. De nosotros. De cosas que nos hacían reír. No parece gran cosa, pero para nosotros fue como irnos de viaje.
  2. Cena sin baberos ni prisas: Otra vez, reservamos en un restaurante donde hacía años que no íbamos. Nos pusimos guapos, sin manchas de papilla ni olor a crema del culo. Pedimos primero, segundo y postre. Charlamos sin interrupciones. Fue como volver a ser novios por un rato.
  3. Cine: Parece una tontería, pero ir al cine cuando tienes hijos pequeños es como ganar un premio. Vimos una peli entera, con palomitas, sin tener que levantarnos porque alguien lloraba. Al salir, caminamos despacio hasta el coche. Yo ni recordaba la última vez que habíamos hecho eso.
  4. Spa de tarde: Uno de mis favoritos. Aprovechamos una promoción en un hotel cercano que tiene spa y te dejan estar un par de horas en la piscina caliente, el jacuzzi y el circuito. Aquello fue gloria bendita. Salimos como nuevos. Más relajados que en años.
  5. Café largo: No subestimes el poder de sentarte en una cafetería a media mañana, con el móvil apagado, solo para hablar. No es lo que haces, es cómo lo haces. Sin prisas. Sin pensar en si hay que cambiar un pañal o correr al supermercado. Solo estar. Juntos.
  6. Concierto a la aventura: Un día buscamos en internet qué había cerca y encontramos un concierto. Fuimos sin pensarlo mucho y lo pasamos genial. Gracias a eso, descubrimos que puedes entrar en webs como la de Logiticket, que es una plataforma que da visibilidad a los eventos, y comprar entradas al momento. Ahora, de vez en cuando, miramos webs o redes y elegimos algo al azar. Es barato y rompe la rutina.

 

Los abuelos, esos héroes silenciosos

Sé que hay gente que no tiene la suerte de contar con abuelos cerca. Nosotros sí. Y no sabes lo que lo agradezco. Mis padres y mis suegros adoran a sus nietos. Se les cae la baba. Pero además, son conscientes de que a nosotros nos hace falta ese espacio para nosotros. No es egoísmo, es necesidad.

Cada vez que les dejamos a los niños unas horas, nos vamos sin culpa. Y eso es importante. No es abandonarlos, no es desentenderse. Es respirar para poder seguir. Es recargar pilas para volver con más energía y más ganas.

Y ellos, los abuelos, lo entienden. De hecho, nos animan. Nos dicen: “iros tranquilos, que aquí están de maravilla”. Y así es. Se quedan con sus cuentos, sus juguetes, su merienda, sus risas.

Y nosotros volvemos siendo mejores padres. Porque hemos podido ser personas por un rato.

 

La culpa, fuera

Durante un tiempo, cuando dejamos por primera vez a la niña con mis padres, sentí esa cosa en el estómago. Esa mezcla rara de culpa y miedo. ¿Y si llora? ¿Si no quiere dormir? ¿Qué pasa si me necesita? Pero luego me di cuenta de que esa culpa no sirve de nada.

Los niños están bien. Y tú, padre o madre, también necesitas estar bien. Porque si no te cuidas, no puedes cuidar. Punto.

No es lo mismo cuidar con la cabeza despejada, con el cuerpo descansado, que hacerlo con ojeras hasta las rodillas y sin ganas ni de hablar. A veces, una hora fuera de casa, riéndote con tu pareja, te cambia el ánimo. Te recuerda por qué empezaste esta aventura.

 

Otras ideas que queremos probar

No hemos hecho todo lo que nos gustaría aún, pero tenemos una lista. Porque sí, ya que los abuelos se ofrecen, vamos a aprovecharlo bien.

  • Excursión corta por el campo. Un par de horas caminando por algún sendero cercano.
  • Clase de baile. Lo propuso mi mujer y no me pude negar. Dice que sería divertido, aunque baile como un tronco.
  • Ir a una exposición o museo. Algo cultural, distinto. Ver cosas nuevas, hablar de arte en vez de pañales.
  • Escape room. No sé si se nos dará bien, pero por reírnos un rato, seguro que merece la pena.
  • Pedir comida a domicilio y ver una peli en casa. Sí, también cuenta. Aunque estemos en casa, si no hay niños, ya es otro mundo.

 

Lo importante es cuidarse para cuidar

Esto no va solo de hacer cosas. Va de sentirse vivo. De mirar a tu pareja y verla con otros ojos, no solo como la madre de tus hijos, sino como la persona con la que te ríes, con la que compartes la vida.

Y todo eso es posible gracias a los abuelos. Porque sin su ayuda, muchas de estas cosas serían imposibles. Ellos forman parte de nuestro día a día, y les estamos agradecidos. Pero no solo por lo que hacen, sino por cómo lo hacen. Con cariño, con alegría, con entrega.

Así que desde aquí, si eres abuelo o abuela y estás leyendo esto: gracias. Gracias por regalarnos tiempo, por ayudarnos a ser mejores padres. Gracias por cuidar, no solo a nuestros hijos, sino también a nosotros.

 

Consejos finales para que todo salga bien (y sin dramas)

Antes de cerrar, te dejo unos consejos que a nosotros nos han funcionado. Porque sí, desconectar es necesario, pero también hay que hacerlo con cabeza para que no se convierta en un lío.

  1. Habla claro con los abuelos. Diles qué tiene que comer el niño, a qué hora duerme, si toma algo especial… todo. Cuanto más sepan, más tranquilos estarán ellos y más vosotros.
  2. Prepara la mochila el día antes. Así no estáis la mañana del plan buscando pañales o el chupete perdido. Deja todo listo y salid con calma.
  3. No estés pendiente del móvil. Si todo va bien, no te van a llamar. Disfruta del rato. Cuesta, pero se consigue.
  4. Empezad poco a poco. La primera vez, con una hora o dos sobra. Luego ya iréis cogiendo confianza todos.
  5. No esperéis a tener tiempo. Ponedlo en el calendario, buscad el hueco. Si no lo hacéis, no llega nunca.
  6. No hace falta gastar. Un paseo, un café, o hasta estar solos en casa ya cambia el ánimo.
  7. Agradeced el favor. Un mensajito o un detalle a los abuelos nunca sobra. Son oro puro.

 

Si tienes la suerte de contar con abuelos dispuestos, no dudes en contar con ellos

No es abusar. No es dejarles la carga. Es confiar. Es darles la oportunidad de vivir a sus nietos, y a ti, de vivir tu relación.

Los niños estarán bien. Tú también. Y cuando vuelvas, con la cabeza despejada y una sonrisa en la cara, todo será más fácil.

Porque desconectar un rato no es huir. Es recargar. Y volver con más fuerza.

Scroll al inicio