La importancia de la fisioterapia en el tratamiento de la ELA

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La esclerosis lateral amiotrófica, conocida como ELA, es una enfermedad neurodegenerativa que afecta a las neuronas motoras, responsables de controlar los movimientos voluntarios. A medida que estas neuronas se deterioran, los músculos comienzan a debilitarse y atrofiarse, lo que conduce a una pérdida progresiva de la movilidad y de la autonomía, lo que la convierte en una enfermedad dura y progresiva. Aunque en la actualidad no existe una cura definitiva para la ELA, la fisioterapia se ha consolidado como una herramienta esencial en el abordaje integral de la enfermedad, ya que contribuye a preservar la calidad de vida de los pacientes, retrasar complicaciones y proporcionar bienestar físico y emocional.

La importancia de la fisioterapia en la ELA radica en su capacidad para adaptar el cuerpo del paciente a las transformaciones inevitables que impone la enfermedad. El debilitamiento muscular y la rigidez articular suelen generar dolores, contracturas y una limitación creciente de los movimientos. Mediante ejercicios suaves, estiramientos dirigidos y técnicas de movilización, el fisioterapeuta ayuda a mantener la flexibilidad de las articulaciones y a retrasar la aparición de deformidades. De esta manera, aunque no se puede frenar el avance de la patología, sí es posible conservar durante más tiempo la funcionalidad de distintas partes del cuerpo, lo que repercute directamente en la autonomía del paciente en sus actividades cotidianas.

Otro aspecto relevante es la prevención de complicaciones secundarias. Las personas con ELA suelen pasar largos períodos en posiciones estáticas debido a la dificultad para moverse, lo que favorece la aparición de úlceras por presión, problemas respiratorios y rigidez muscular extrema. A través de técnicas posturales, cambios de posición y ejercicios respiratorios, la fisioterapia minimiza estos riesgos y ayuda a mantener la función pulmonar dentro de los márgenes posibles. La respiración, de hecho, es uno de los grandes desafíos en fases avanzadas de la enfermedad, por lo que la fisioterapia respiratoria se convierte en un pilar fundamental para aliviar la sensación de falta de aire, mejorar la eficacia de la tos y retrasar la dependencia de dispositivos de asistencia.

La fisioterapia en la ELA también desempeña un papel clave en el manejo del dolor, tal y como nos relata Rafael Guerra, quien, desde su Clínica Rafael Guerra, nos explica de forma ilustrativa que el deterioro muscular y la falta de movilidad suelen generar molestias que, aunque no siempre se expresan con la misma intensidad, afectan profundamente al bienestar del paciente. Mediante masajes terapéuticos, técnicas de relajación y programas de ejercicio adaptados, es posible disminuir la tensión y favorecer la circulación sanguínea, aportando una sensación de alivio físico que repercute de manera positiva en el estado emocional.

En este sentido, no puede olvidarse que la ELA no solo afecta al cuerpo, sino también a la mente y a la esfera social. La pérdida de independencia y las limitaciones progresivas generan frustración, ansiedad y tristeza. La fisioterapia, al centrarse en mantener lo máximo posible la movilidad y la participación activa, ayuda al paciente a sentirse menos dependiente y a conservar cierta capacidad de interacción con su entorno. Esa percepción de autonomía, aunque parcial, resulta vital para sostener la motivación y la dignidad de quienes conviven con esta enfermedad.

La labor del fisioterapeuta, además, no se limita al tratamiento directo del paciente. También desempeña un papel de acompañamiento y formación a los cuidadores y familiares, enseñándoles técnicas de movilización seguras, pautas posturales y formas de colaborar en los ejercicios diarios. Este enfoque integral contribuye a reducir la sobrecarga del entorno cercano y garantiza un cuidado más humano y efectivo.

La importancia de la fisioterapia en la ELA se mide, en definitiva, en términos de calidad de vida. Aunque no modifique la evolución neurológica, sí logra ralentizar la pérdida de movilidad, alivia dolores, previene complicaciones y mantiene la capacidad respiratoria en mejores condiciones. Todo ello se traduce en más tiempo de autonomía, menos sufrimiento físico y una mejor adaptación emocional al proceso. Es, por tanto, un recurso terapéutico indispensable dentro del equipo multidisciplinar que atiende a los pacientes, junto con médicos, terapeutas ocupacionales, logopedas y psicólogos.

Otras enfermedades neurodegenerativas

Las enfermedades neurodegenerativas son enfermedades crónicas, incurables en la mayoría de los casos, y con una evolución progresiva que implica la necesidad de cuidados continuos y de un abordaje multidisciplinar. Uno de los aspectos más relevantes de estas patologías es que suelen iniciarse de manera silenciosa y avanzar lentamente. Entre las más conocidas se encuentran:

  • El Alzhéimer. Afecta principalmente la memoria, siendo la causa más común de demencia en el mundo.
  • El Parkinson. Compromete las áreas del cerebro responsables del control del movimiento, manifestándose con temblores, rigidez muscular, lentitud de movimientos y alteraciones del equilibrio.
  • El Combina alteraciones motoras, cognitivas y psiquiátricas. Es hereditaria y suele manifestarse en la edad adulta.
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